Resumiendo filosóficamente quiénes somos todos en Internet, el perfil de usuario es el conjunto de nuestros datos “en frío”, la identidad digital es lo que somos y la reputación online es lo que los demás creen que somos.
Dicho de otro modo —y en el caso concreto del médico—, los internautas que buscan un profesional de nuestras características nos encuentran en Google o en una web profesional, nos contactan porque les da confianza nuestra reputación online, comprueban nuestros datos en nuestro perfil de usuario… y, tanto si buscan ser pacientes o compañeros de trabajo (otros profesionales sanitarios u otros médicos) nos “adoptan” o nos “descartan” por cómo somos al interaccionar con ellos (es decir, por nuestra identidad digital). Porque, la mayoría de las veces, no nos conocen en persona.
Aunque este blog está muy centrado en el concepto de “calidad y profesionalidad” —y en los contenidos y redacción médica de calidad on y offline en particular— considero necesario contribuir a sensibilizar al médico para que cuide su identidad y reputación digital, pues se trata de un perfil profesional en el que es muy importante la credibilidad y fiabilidad que inspira, y en el que se juega con temas tan delicados como la salud y la enfermedad del paciente. Pues estamos en un mundo nuevo en el que, a veces por desconocimiento del medio, se publica a la ligera: se ha de ser cuidadoso con lo que aportamos a la red, porque deja rastro.
Así, el concepto de partida y a interiorizar es que nuestro YO DIGITAL es el responsable de todo aquello que publicamos en Internet cuando accedemos como usuarios registrados a cualquier web o Red Social.
El “perfil de usuario” es el conjunto de datos que introducimos en Internet al rellenar un formulario para darnos de alta en una web/Red Social y que los demás usuarios del servicio pueden ver cuando nos buscan: nombre real, nombre de usuario, profesión y nivel académico, experiencia profesional, áreas de interés, etc.. Por supuesto, por motivos de seguridad, privacidad y confidencialidad, no todos los datos que enviemos serán visibles para todos los usuarios, ni todos son muchas veces de obligada introducción.
El segundo punto mencionado es la “identidad profesional” que queremos crear con las acciones que realizamos en la Red. La actividad online define quiénes somos, es decir, al médico que genera el contenido (ya sean artículos, correos electrónicos, páginas web, blogs personales, tweets, comentarios y respuestas publicadas en los blogs o en los foros, fotos y vídeos compartidos…).
Esta forma concreta de interactuar en la Red (ya sea publicando contenidos en diferentes formatos o estableciendo relaciones con otros usuarios de la Red o de nuestro ámbito profesional) crea nuestra identidad digital, del mismo modo que creamos nuestra identidad profesional offline con nuestro trabajo diario. Los usuarios de la Red con los que interaccionamos (pacientes, otros médicos u otros profesionales) se crean “una imagen” de quiénes somos y cómo somos. Es decir, la identidad digital no existe ni la creamos en un momento, sino que la construimos y la mantenemos día a día: es lo que los demás piensan que somos.
El último concepto, la “reputación online”, es más fácil: es la traducción en Internet de nuestra reputación profesional, la que nos labramos día a día con la práctica clínica, las publicaciones realizadas, la forma en que tratamos a nuestros compañeros y pacientes, etc.
Last but not least, no debemos olvidar que todo aquello que publiquemos en Internet queda inmediatamente registrado, grabado y visible para todo aquél autorizado a verlo, ya sea medio escrito, imagen, vídeo o audio. Y una de las principales ventajas (o inconvenientes) de los formatos digitales e Internet es la posibilidad de replicar infinitas veces los contenidos, así como que los usuarios que accedan a ellos los copien, se los guarden y los compartan, inmediatamente o en diferido. Por ello, todo aquello que publicamos en Internet tiene el potencial de extenderse y difundirse inmediatamente a multitud de sitios web en toda la geografía del planeta, siendo prácticamente imposible eliminarlo por completo de la Red. Asimismo, puede modificarse, traducirse, manipularse, etc.
En resumen, debemos tener muy presente a la hora de publicar contenido en la Red y de interactuar con sus usuarios (sean éstos público general, pacientes u otros compañeros de profesión) que “lo que hacemos” en la Red deja huella, la llamada “huella digital”, que permanece durante mucho tiempo.