Haciendo una abstracción libre y poética, antes de acudir a la manida definición, un medical writer viene a ser una mente científica entrenada en el arte de contar historias médicas y de salud de manera clara (inteligible y fluida), concisa, específica, inequívoca y, sobre todo, fiable. El formato puede ser diverso (texto, discurso, imagen, vídeo, plataforma informática, etc.) e independientemente de que su público sea un paciente con poca formación de salud o el más experto especialista médico, el contenido deberá estar a la altura.
Con solo estas premisas, ya resulta claro y diáfano por qué es necesario que este profesional tenga una sólida y profunda formación científica, conozca el contexto sanitario en el que se mueve y, además, domine el arte de la escritura y del slang técnico y científico.
Aunque formalmente la traducción literal del término inglés medical writing es escritura médica, una traducción más adecuada en español sería la de redacción de textos médicos. Así, se llama redactor médico o redactor de textos médicos al profesional cuya actividad consiste en redactar y editar textos médicos o científicos adaptados para todos los targets (o públicos objetivos), desde el paciente y el público general al profesional sanitario, el investigador, el médico generalista y el médico especialista.
Cuanto mayores sean los conocimientos médicos del redactor médico, más fácilmente podrá comunicar e informar al médico y a otros profesionales sanitarios; sin olvidar que también es el médico el profesional ideal para transmitir información sobre enfermedades, su prevención y su tratamiento a los pacientes y al gran público. Porque, ¿acaso no es el médico el que informa y prescribe al paciente en la consulta? ¿Porqué debería cambiar esta figura a nivel comunicativo, tanto online como offline, si el médico está capacitado para la labor?
El mismo razonamiento se aplica al campo de la investigación, de la ciencia no experimental y de la medicina no asistencial. ¿No es el científico, acaso, el que mejor conoce los genes, enzimas y fármacos, así como las implicaciones/aplicaciones de su investigación? ¿Por qué debería ser otro tipo de profesional el que se lo explique a las autoridades o al paciente?
Aquí la pregunta del millón: si las premisas están claras, ¿porqué no es esta nuestra realidad? ¿Cuál es la razón del alto porcentaje de intrusismo de profesionales no suficientemente formados que se da en esta área profesional, más aún ahora que el interés por la información de salud ha aumentado exponencialmente?
Pues —siempre generalizando— la realidad es que muchos médicos carecen de habilidades literarias para escribir, ni tienen porqué tenerlas: su principal labor debe ser diagnosticar al paciente gracias a sus conocimientos y experiencia, y orientar en el manejo y tratamiento de su enfermedad. O bien, carecen de tiempo para hacerlo. Y en cuanto a los científicos e investigadores, también parece apropiado afirmar que quien hace ciencia e investiga suele encontrar poco tiempo y cierta dificultad en poner por escrito (en orden y listo para publicar) los resultados de sus recomendaciones, claims o investigaciones.
Formación médica, tiempo y arte de escribir y comunicar: estos son los requisitos y estas son las limitaciones de un buen medical writer o redactor médico. Añadiendo, tal vez, que otras actividades que pueden desempeñar con su formación son mucho más lucrativas que escribir un buen texto médico o de salud, que es muytime-consuming).
Qué hace un medical writer en la práctica y… qué podemos hacer en Kalispera por ti.
En la práctica, el redactor médico escribe y edita para investigadores y profesionales sanitarios que no tienen tiempo o habilidades comunicativas suficientes pero quieren establecer comunicación con sus colegas y con sus pacientes (artículos y copys para webs y blogs, redacción de materiales formativos, presentaciones para cursos y congresos, redacción de papers…), desarrolla los materiales científicos informativos y formativos sobre fármacos para compañías farmacéuticas o para agencias de publicidad o comunicación de salud (on y offline; está detrás de los contenidos médicos en cualquier formato o para cualquier soporte) o colabora con las instituciones científicas, reguladoras o académicas. Así, abarca una amplia amalgama de materiales de mayor calidad científica y comunicativa cuanto mayor es la formación, mejores las habilidades de escritura y comunicativas y mayor la experiencia que tenga el redactor médico (en realidad, como pasa en cualquier área de competencia): posts, artículos, resúmenes, guiones de vídeos, revisiones bibliográficas, pósters y presentaciones de congresos y conferencias de salud, formaciones cortas en varios formatos, cursos de formación en papel y online (e-learning), monografías de fármacos y manuales para el equipo de ventas, documentación para organismos reguladores, ensayos clínicos, publicaciones en revistas científicas de alto nivel, artículos en revistas de divulgación, folletos a pacientes, etc..
En resumen, profesionales sanitarios, compañías e instituciones tienen la opción y el recurso de delegar la elaboración de este tipo de contenidos específicos a un profesional de la redacción médica que tenga una formación equiparable a la suya, pero con la especialización/experiencia en la escritura, y el tiempo para dedicarse a ello.